UNA MUJER
CON SOMBRERO ( Silvio Rodriguez)
“ Una
mujer se ha perdido
Conocer el
delirio y el polvo
Se ha
perdido esta bella locura
Su breve
cintura debajo de mi
Se ha
perdido mi forma de amar
Se ha
perdido mi huella en su mar…”
La vi
alejarse con paso decidido, quebrada por el llanto, crispadas sus manos sobre
su bolso pequeño. La vi alejarse [ML1] y comprendí lo inmenso de su amor, y lo cobarde de
mi sentimiento.
Podría
haberle dicho tantas cosas, haberle hecho tantas promesas. Podría. Pero no lo
hice. Dentro mío la ansiedad, la desesperación dibujaron en mi estómago una
espiral de dolor y náuseas.
Sabía que
no volvería. No habría otra oportunidad. Y sin embargo, allí me quedé. Parado.
Temblando. Viendo alejarse su figura pequeña y enjuta. De repente se
detuvo y volteó. Su sombrero voló a merced del viento. Ella apuró los pasos
para alcanzarlo. Por
un instante [ML2] esperé que me mirara, que sus ojos volvieran hacia
mí. Pero no, tomó el sombrero y prosiguió su marcha. Estaba todo perdido.
“ Veo una
luz que vacila
Y promete
dejarnos a oscuras
Veo un
perro ladrando a la luna
Con otra
figura que recuerda a mi
Veo más:
veo que no me habló
Veo más:
Veo que se perdió”
Quede
allí, aturdido por mi cobardía, hasta que su figura se convirtió en un punto
lejano.
Estaba
anocheciendo. El sol rojizo sobre el horizonte, se fue guardando entre las
montañas. Y salió ella, la luna, con todo su esplendor.
Era una
noche típica de primavera, y podían olerse las glicinas y el jazmín del cabo.
Ella había
partido, pero todo lo que me haría recordarla de aquí en más, estaba
desafiándome y burlándose: los perfumes, los colores, la luna.[ML3]
“La
cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes
Los amores
cobardes no llegan a amores
Ni a
historias, se quedan allí.
Ni el
recuerdo los puede salvar
Ni el
mayor orador conjugar “
“Una mujer
innombrable huye como una gaviota
Y yo
rápido seco mis botas, blasfemo una nota, y apago el reloj.
Que me
tenga cuidado el amor
Que le
puedo cantar su canción. “
Tengo
frío, pero esa clase de frío que viene de adentro. Que ni el fluir constante de
la sangre puede mitigar. Al contrario, parece que mi corazón late
lentamente, casi exhausto, sin que pueda la sangre llegar a entibiarme.
Miro al
cielo, una ráfaga de estrellas me guiñan sus ojos, y otra, rauda y fugaz,
cae sobre el horizonte augurando no sé qué cosa.
Siento
algo tibio deslizándose de mis ojos, cada vez con más fuerza. Mi cuerpo
comienza a sacudirse en un sollozo sin control.
La perdí.
La perdí. Y eso no tiene remedio.
“Una mujer
con sombrero, como un cuadro del viejo chagall,
Corrompiéndose
al centro del miedo, y yo que no soy bueno, me puse a llorar.
Pero
entonces lloraba por mí. Ahora lloro por verla morir “
Ese
momento vacío, de soledad infinita, de soledad no deseada, hiere mis días y
rompe mis noches desde entonces.
Pero el
dolor, que no se ha ido, se convirtió en desesperanza, y heló definitivamente
mi corazón.
Se me fue
la fe … y entonces llegó el miedo.
Liliana
Mónica Politano
30/08/2022